Yasmina Alcaraz (Figueres, 1989) lleva el baloncesto y el arbitraje en la sangre… y presume orgullosa de ello. Su ascenso a la élite de la canasta en España fue meteórico. En 2017 ya pitaba en LEBs y Liga Femenina, y tras dos Copas de la Reina y hacer historia en la LEB Oro, en 2019 dio el salto a la Liga Endesa. Una trayectoria todavía con mucho recorrido para esta ‘novata’ en la máxima competición nacional que, como ella misma dice, no para de aprender.
Gigantes: ¿Cuándo decidiste ser árbitra?
Yasmina Alcaraz: Si no recuerdo mal, en 2004. Fue por herencia familiar. Mi padre todavía es árbitro en activo y mi hermana mayor también se dedicó a ello. Las dos hemos sido jugadoras, mi padre jugó y entrenó… El baloncesto se vive a tope en casa. No me motivaba mucho entrenar, así que jugué y arbitré de forma paralela, hasta que un día, por lesiones y otras circunstancias, me puse más en serio con el arbitraje.
G: Si no llegas a ser árbitra, lo mismo te desheredan.
Y: Un poquito (risas). La verdad es que en casa entienden perfectamente por lo que pasas, lo que sufres, lo que te alegras. Hay que vivirlo desde dentro. Como jugador o entrenador se puede hablar de títulos, victorias, fichajes. Pero como árbitro es complicado entender las alegrías, y yo tengo la suerte de poder compartirlo con alguien, tanto lo malo como lo bueno.
G: Vuestras comidas familiares tienes que ser horrible. Os pitarán los oídos constantemente.
Y: (Risas) Pues casi. Pero es más horrible para los demás, para mi madre y mi pareja, que no son del arbitraje. No es que tengamos un monotema, pero ellos son los que lo sufren y nos acaban odiando. Aunque ya están acostumbrados.
G: Formaste parte del primer trío arbitral femenino en pitar un partido de LEB Oro. ¿Cómo lo recuerdas?
Y: Fue algo que se pudo conseguir porque se ha cambiado la mecánica. Cuando había sólo dos árbitros, ya pitaron dos compañeras, pero este partido fue el primero con tres árbitras. A nivel personal es muy bueno, no sólo por ser tres mujeres, sino por ir de principal en un encuentro de LEB Oro. Era un partido más, pero con un impacto mediático con el que hacías historia. Es un orgullo por abrir camino y que un día deje de ser histórico para ser normal.
G: ¿Es complicado para una mujer formar parte de un mundo tan de hombres?
Y: Sinceramente, yo no lo veo complicado. Tiene cosas buenas y malas, igual que para los hombres. Tengo la suerte de haber vivido siempre en un mundo de deporte y de hombres. Estudié Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, y estoy acostumbrada a convivir con chicos. Además el baloncesto respeta mucho y está favoreciendo que estemos ahí. Entrenadores y jugadores intentan tratarte de la misma forma que a otro compañero. Lo que hay que lograr es que se nos valore por méritos propios y no por ser chicas. Sólo puede ser complicado cuando das con alguien que no entiende esto y no se da cuenta de que tenemos las mismas características y preparación que nuestros compañeros. Pero por suerte cada vez hay menos gente que opina así.
G: ¿Podemos decir que el baloncesto está muy concienciado al respecto?
Y: Sí. He dicho muchas veces que no me atrevería a meterme en un campo de fútbol. Otros deportes como el balonmano están apostando mucho por las mujeres, pero en el fútbol es una repetición constante. Y no sólo con las chicas, sino también por agresiones a chicos. Todavía no se tienen las herramientas ni está socialmente estipulado el respeto que sí hay en el baloncesto. Incluso en algunas canchas hay personas que son la nota discordante y siempre alguien les llama la atención. La gente puede estar en desacuerdo, pero no porque seas mujer, sino con el arbitraje en general.
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