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Entrevista a Cristo Cabrera, el técnico de un revolucionario Alba Berlín: el proyecto que emerge con fuerza en Alemania

Entrevista a Cristo Cabrera, el técnico de un revolucionario Alba Berlín: el proyecto que emerge con fuerza en Alemania

Situado en una de las grandes urbes europeas, el Alba Berlin tomó el testigo del Bayer Leverkusen a finales del Siglo XX como gran potencia alemana en el ámbito del baloncesto. Once son los títulos de Bundesliga que sitúan a los capitalinos en una posición privilegiada a nivel nacional, sumando más de 30 años consecutivos en competiciones europeas. Toda una organización de primer nivel que, en manos de Marco Baldi, decidió entregarle al español Himar Ojeda las llaves del proyecto deportivo a mitad de la pasada década.

Con experiencia en el Gran Canaria, Estudiantes y los Atlanta Hawks, el grancanario le dio de manera gradual su toque personal al proyecto. Alba Berlín pisó la final de Bundesliga y Copa en 2018 y repitió en 2019, aunque en esta ocasión añadiendo un trayecto magnífico hasta la gran final de la EuroCup. Unos resultados que elevaron el suelo del proyecto al mismo tiempo que se fue llenando de españoles: Raúl Rodríguez, Carlos Frade, Israel González, Aíto García Reneses… y Cristo Cabrera. Quizá, una de las contrataciones que más trabajo en la sombra realizó en primera instancia, aunque su nombre ya sea historia de la entidad a día de hoy.

El técnico de Gran Canaria, siete años después de aterrizar en Alemania, ha alcanzado la gloria. Porque lo que en 2017 comenzó siendo un proyecto que necesitaba tiempo, cariño, cambios y conocimiento, ya es una realidad en la élite del baloncesto alemán: el primer equipo femenino del Alba Berlín, con Cristo Cabrera a los mandos, se ha proclamado campeón de la Bundesliga. La primera en las vitrinas del club. Un momento irrepetible tras el que ha tenido el detalle de atender a Gigantes del Basket a lo largo de una amena e interesante hora de conversación para conocer el camino seguido y todos los entresijos de los últimos siete años.

Construir desde abajo

«Yo me encargaba de la residencia de becados en el Granca y entrenaba a equipos de cantera, cuando el club solo era masculino», explica Cabrera al abrir la conversación. Fue ahí, en esa etapa en casa, cuando también ligó su camino al de Himar Ojeda y Raúl Rodríguez, con los que mantuvo siempre una muy buena relación aunque sus caminos se separaran: él se fue a Inglaterra, Ojeda a Estudiantes primero y Atlanta después, Rodríguez a Canadá…

«Ellos sabían que me gustaba el baloncesto femenino porque yo suelo dedicar el verano a entrenar jugadoras individualmente y había estado en el Spar Gran Canaria, durante dos o tres años. Tenía cierta experiencia y, cuando ellos estaban en Berlín, me propuesieron unirme al club», relata el ahora técnico campeón de la Bundesliga. No obstante, este presente no era ni imaginable en el momento de su aterrizaje en la gran capital.

Cristo Cabrera llegó para potenciar la sección femenina del club. Pero, ¿de qué se trataba en 2017? Había equipos en todas las categorías de formación, sí, aunque aquello distaba mucho de lo que se pretendía en un futuro. Los entrenadores tenían un año o dos de experiencia como mucho y la sección pertenecía a un programa del club llamado «Baloncesto para todos». Una extraescolar. De hecho, los entrenamientos no eran imprescindibles para las jugadoras y el propio Cabrera se sorprendía al ir a ver sus primeros partidos, cuando se encontraba jugadoras que no había visto anteriormente. De toda la estructura, solo se salvaba el equipo junior. Este competía en la liga nacional, pero todo gracias a la cooperación con otros clubes más pequeños aunque de mayor nivel en el ámbito femenino. «Las jugadoras eran de otros clubes y tenían una doble licencia. Esas jugadoras competían en nuestro junior… y jugaban contra nosotros en otras categorías», explica.

Al analizar todo tras un periodo de prueba, el español se puso manos a la obra. Empezó por lo más básico: priorizar el progreso y el esfuerzo. Al formar los equipos principales, la línea entre escoger a una jugadora u otra no estaba en su impacto en pista, sino en el compromiso. El proyecto, dibujado a largo plazo, necesitaba en primer lugar una base sobre la que asentarse. Y esta era imposible formarla sin jugadoras que priorizaran el club ante otras actividades que desarrollaban durante la semana. El resto, con entrenamiento y un buen trabajo, ya llegaría.

En aquella época, el techo lo marcaba un primer equipo que se encontraba en cuarta división. «Entrenaban dos o tres días como mucho», recuerda. Sin embargo, la mejora y el crecimiento de este grupo debía venir marcado en primera instancia por el progreso del club desde su cantera. «El primer objetivo fue igualar el trabajo de la sección femenina con la masculina, donde en casi todas las categorías han jugado el campeonato de Alemania (lo juegan cuatro equipos tras las diferentes fases de clasificación). Eso iba a costar tiempo. Debíamos convertir una sección amateur en una competitiva», rememora Cristo Cabrera, quien puso el foco en primera instancia en los entrenadores. Ahí empezó todo el proceso de profesionalización: «Queríamos ser un club, no dos programas diferentes, así que les explicamos la filosofía de la cantera masculina. Trabajé con ellos para que entendieran temas de estructura de entrenamiento, metodologías, estándares que teníamos como club».

Todas esas dificultades también eran vistas como oportunidades por el club. «Cuando no has hecho algo durante mucho tiempo, tampoco tienes manías. Es más fácil marcar una línea e intentar seguirla», argumenta. Y eso fue lo que hicieron durante el inicio. Al cabo del tiempo suficiente, se realizó un filtro entre ellos. Fue voluntario. Los que querían seguir en la parte más amateur del club y los que querían formar parte de esa nueva línea centrada en el rendimiento que fue incorporando más españoles todavía: Alain Philippart de Foy, Fran Perabad, Antonio Cañamero… Para todos ellos, con niveles muy distintos de alemán, el inglés era suficiente para comunicarse y dirigir a sus equipos. «Puedes entrenar a un equipo en infantil solo con el inglés sin problema», asegura Cabrera, quien a su vez afirma ver el alemán como un idioma necesario para adaptarse a la sociedad o tener una relación más cercana con la gente.

El salto de Cristo Cabrera

En paralelo, el primer equipo también sufrió cambios. Mientras Cabrera estaba centrado en los entrenadores y en la cantera durante sus dos primeros años, el senior había conseguido el ascenso hasta la segunda división. En 2019, el entrenador del equipo tuvo que dejar el baloncesto por motivos personales y fue el grancanario el encargado de tomar las riendas. El objetivo del club, que siguió invirtiendo recursos sin ninguna prisa por alcanzar la élite, estaba claro: conseguir el ascenso en un periodo de entre 3 y 5 años.

Esa apuesta por el grupo senior quedaba patente en muchos aspectos y detalles, como el fichaje de la primera norteamericana: Erika Livermore, profesional con pasado en Iraurgi y Alcobendas. Cuatro, zurda y con buen tiro exterior. Con ella en el grupo, Alba Berlin no solo compitió en segunda división, sino que se clasificó para los Playoffs. Pero ahí todo se tambaleó. El mundo, en general. Llegó la pandemia, la temporada quedó cancelada y cualquier tipo de esperanza por el ascenso, aplazada. «Llegué al entrenamiento y estaban todas las jugadoras con ropa de calle. Era una fiesta de despedida. Yo había leído el comunicado de la liga, pero al traducirlo no lo entendí bien. La liga se había cancelado», recuerda con buen humor. Un golpe duro, pero lógico. La vida se paró en todos los ámbitos.

De todas formas, lo más complicado estaba por llegar. Debido a la normativa y reglamentación, el club tampoco pudo comenzar la siguiente temporada con normalidad debido al índice de casos por coronavirus en la ciudad. A pesar de que la liga estaba en marcha, las medidas impuestas en Berlín dejaron al equipo en una situación muy delicada. El club berlinés propuso jugar toda la temporada de visitante, pero tampoco se aprobó esa opción. Todos sus partidos se aplazaron hasta que no hubo marcha atrás. Había avanzado tanto la liga, que ya no daba tiempo a recuperar los encuentros, por lo que el Alba Berlin pasó el resto de la temporada entrenando… sin jugar ni un solo choque. No fue una etapa sencilla: «Fue un dolor de cabeza. Había que ser imaginativos para tenerlas enganchadas. Con trabajo, intentamos que el año les sirviera para algo». Del periodo de 3 a 5 años, ya habían pasado dos.

Al tercero, fue la vencida. En el primer año normal tras la pandemia, la campaña 21-22, Alba Berlin regresó a la competición y tomó la directa. Ascendió a la Bundesliga. El salto tan deseado en el que la filosofía no varió, dando continuidad a un grupo en el que solo cambiaron las extranjeras, algo significativo dado que es una competición sin cupos. Las ideas de Cristo Cabrera y del club estaban bien claras: «Nos fuimos a un roster de 14 de las que 11 eran alemanas. Alcanzamos las semifinales. Fue un punto importante por todo lo que se generó alrededor. Esa fue nuestra gran victoria: la gente paraba a las jugadoras cuando iban a ver a los chicos, llenábamos el pabellón desde el primer año». Alba Berlin atrajo a una masa social que no solo llamó la atención en la capital, sino en el resto de la liga. Según el técnico español, todos los equipos querían ir a jugar allí y todas las jugadoras estaban motivadas, porque en ninguna otra pista se reunían 2.000 espectadores. Una situación en el Sömmeringhalle que escondía un trasfondo muy especial para gente como Marco Baldi, Director General del club, quien había vivido esa misma situación con el equipo masculino en los años 90.

En cualquier caso, no todo fue tan bonito y rodado. «Fuimos a un torneo de pretemporada… uf. Fue un jarro de agua fría. Teníamos la opción de decir que esto iba a ser muy duro o ponernos a trabajar. Hicimos lo segundo. El primer partido en casa era contra Keltern, que también jugaba EuroCup. Fue una doble jornada con el equipo masculino. Había 4.000 personas en el pabellón. Primero en casa, debut en primera división en Berlín, el campeón de varias de las últimas ligas… Las perseguíamos por la pista. Hubo cero opción. Volvieron los fantasmas de pretemporada, fue un choque de realidad», relata Cabrera. Aquello hizo marcar un rumbo al equipo, que terminó disputando las semifinales ante Keltern de nuevo, a quien consiguieron ganarle un partido. El éxito era mayúsculo.

«Sabíamos que todavía no estaba todo hecho. Seguimos con el mismo grupo practicamente, haciendo un par de retoques porque se iban a la NCAA un par de jugadoras. Sabíamos que Playoffs íbamos a hacer, pero nunca pensé que iba a ser tan buena», confiesa tras llegar a lo más alto. Alba Berlin ganó 19 encuentros, perdió 3 y se plantó en los Playoffs, acumulando un 6-0 a favor hasta la final. Ahí, la historia ante Keltern se volvía a repetir este pasado mes de abril. Sin embargo, el final fue bien distinto. En una serie que se fue hasta el quinto partido, el club alemán con acento español se hizo con el título.

«Fuimos ambiciosos, pero no pensábamos que íbamos a ganar la liga», admite con una sonrisa Cabrera, convertido en el técnico del primer grupo de campeonas de una entidad en la que el primer equipo masculino y femenino comparten redes sociales e instalaciones de entrenamiento; los entrenadores de ambos grupos trabajan en el mismo espacio; los fisios y preparadores físicos trabajan de forma conjunta, aunque los puestos estén bien diferenciados; y en la que Himar Ojeda es el encargado de formar dos plantillas… que podrían disputar el año que viene, por primera vez al mismo tiempo, competiciones europeas. Por ahora, toca esperar. Pero la paciencia nunca fue un problema para un proyecto cocido a fuego lento, entre españoles, en una de las grandes capitales del Viejo Continente.

Continuará…

Foto: Florian Ullbrich y Tilo Wiedensohler

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