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Anatomía de una canasta: un año de la jugada de Llull ante Olympiacos

Anatomía de una canasta: un año de la jugada de Llull ante Olympiacos

Se cumple un año de una canasta que valió una Euroliga. Un día como hoy, en Kaunas, Sergio Llull anotaba una de las canastas de su vida, la acción que dio el título al Real Madrid en la Final Four. Diseccionamos esa acción con Piti Hurtado

Artículo publicado originalmente en la revista de la Final Four que puedes conseguir aquí

Dos bloqueos:
Chus Mateo decide pintar a Llull saliendo de dos indirectos, a Causeur (manos seguras) en el saque y aislar a Thomas Walkup, el mejor defensor exterior de Olympiacos, con El Chacho en la esquina contraria al saque. Una finta acertadamente felina de Mckissic que defendía el saque impide saque tranquilo a Llull. Causeur duda si pasársela a Tavares (no era el plan) pero rectifica y se la da a Llull más esquinado. Ahí Papanikolaou esperará, no quieren hacer falta y prefiere Bartzokas que la bola esté en la mano de quién no anotó ningún punto. Error enorme de lectura histórica de la carrera de Sergio Llull. En ese momento, el menorquín estaba a 12,7 minutos de terminar su partido número 999 con la camiseta blanca. No estás en un club como el Real Madrid esa cantidad de partidos si no tienes algo especial.

¿Pasos?
Como la recepción vino muy pegada a la banda, el árbitro principal, Sasa Pukl, rectifica su posición un par de pasitos atrás, puede que el árbitro mueva el pie de pivote, puede que Llull un poco también. Pukl ya ha decidido en el partido anular un 2+1 a Hezonja en una acción de paso zero posiblemente legal que su compañero lituano, Gytis Vilius dio como 2+1. Canaan también movió repetidamente pies de pivote en una recepción en medio de campo, sin ventaja. Nadie se da cuenta en directo, nadie lo protesta, no es trascendente. Los pasos no son rearbitrables por el Instant Replay, una acción como la de Vrankovic y el famoso tapón de los 90 si lo hubiera sido. No hay comparación posible.
Al defensor no le interesan los pies del atacante, Kostas Papaloukas esconde su mano, no hay consigna de hacer falta, confían en la defensa, también recula porque quiere hacer hueco para la llegada de un inminente bloqueo y el relevo que le dará un compañero. Van a seguir defendiendo cambiando.
Llull asiente mirando a Tavares y le llama con la mano.

Cinco botes
Va a comenzar el zigzageo más legendario de la historia del Real Madrid en Europa. Llull concentra su mirada en saber cuanto espacio va a tener y contra quién deberá lanzar. Olympiacos tiene que mantener a Moustapha Fall en pista porque necesita trabajar el rebote contra Tavares. Pero ese será otro error. La última jugada es un duelo entre dos jugadores que no han anotado en la final. A Llull le da igual, siempre ha afrontado el último tiro y la misma cara de hielo que puso ante errores va a poner ante la acción más exitosa de carrera, que vendrá en pocos segundos. A Fall no le da igual, mide 2,20 y tiene que reaccionar en desplazamiento lateral. La Zona 2-3 de Mateo ha dejado sin balones interiores a Fall, a Black y a Bolomboy. Ninguno estaba con buenas sensaciones e iban a empeorar.
Dos botes con la mano izquierda hacia el lado del bloqueo y hacia dónde hay menos gente (Sergio Rodríguez sube para dar una línea de pase, movimiento que atrae a Walkup). El cambio defensivo se produce.

Un bote por debajo de las piernas para cambiar de dirección. Tantas tardes en La Salle haciendo lo mismo contra un cono, el cambio de dirección camino Manresa, el cambio de dirección camino de Madrid. La finta de cambio a Houston. Toda una carrera profesional en la élite encapsulada en una jugada que define un temperamento. La determinación de ganar.

Otro bote más de derecha para ganar el codo de la zona, por el camino el gigante parisino, Fall, le toca en el brazo izquierdo, no es suficiente para pitar falta. Y un último bote clave, más bajo, más potente para ganar la suspensión y los dos centímetros que permitirán al club blanco ganar la Copa de Europa más inverosímil de su historia, la narrativa de la remontada más épica viene precedida de un bote bajo.

Por el camino, Llull está jugando solo contra el futuro, a Fall casi le tiene ganado, Canaan que está defendiendo a Hezonja estando a un metro no decide puntear lateralmente (esas defensas son letales, hacen dudar por el campo visual incompleto), el lado derecho tiene 4 jugadores. Aún así el tiempo se congela y nadie se sale del guión que nadie supo escribir. Llull no se fue a la NBA porque quería estar para siempre en su Madrid, meterla era parte de ese plan.
Por el camino, Llull está jugando contra el pasado, el más próximo, el de la falta antideportiva a Kevin Punter. Que desató la pelea posterior. Hubo disculpa posterior y complicidad con Punter en el 5º partido, Partizan no impugnó el castigo de la falta antideportiva reflejada en el acta. Pese a eso, algunos no olvidarán. A otros este tiro les hará olvidad y recordar un título especial. Por eso tenía que anotarlo.

Un tiro
No era un triple de 8 metros, no era desde cancha propia, no era un triple imposible, pero era una canasta poco probable para las analíticas y las estadísticas avanzadas. Sergio Llull y su carácter ganador se llevó por delante a todos los matemáticos e ingenieros. Él sabía que la iba a tirar y siempre tira determinado. Solamente eso queda claro. La resolución fue un tiro algo más arqueado que lo que pedía el rango porque los larguísimos brazos de Fall estaban llegando, su mecánica acortada para que el punteo no le molestara la terminación. Y el balón saliendo de las yemas de sus dedos en el momento justo que marcaba la epopeya. Si hubiera tirado cómodo no hubiera sido igual. Casi le rozan el balón, casi es un tapón. La palabra casi nunca figura en la plaquita que contextualizan a los trofeos. Cuando el balón toca la red significa que Real Madrid vuelve a ponerse por delante después de muchos minutos

Mete la canasta y pone cara de Llull. Causeur hace el gesto de tranquilos, tranquilos. Hezonja expresa el júbilo pegándole una “sardineta” a Llull en el brazo que hará que en los siguientes segundos solo reaccione a la marca de los dedos del croata en su piel, mirando extrañado.
Aún quedaban 3 segundos de partido pero Sloukas tampoco estaba con sensaciones. El base griego por un quiebro del momento tiró más solo de lo que creímos. Pero falló. Eso hace más grande la acción de Sergio Llull, que no metió hasta ese momento pero que lo ganó. Porque tenía que ser él.

Foto: Getty Images

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