Baloncesto profesional nada más dejar el instituto
La participación de Jalen Green en el programa de desarrollo de la G-League implica un salario de hasta 500.000 dólares, con unos ingresos que pueden llegar al millón en función de los incentivos personales que el joven ha acordado en relación al número de partidos disputados, trabajos para la comunidad, etc. Lo mismo sucederá con todos los jugadores que sigan su camino, variando los salarios en función del contrato de cada uno de ellos. En la NCAA no recibirían sueldo alguno.
A cambio, la G-League se compromete a integrarlos en entrenamientos individuales y colectivos y entre diez y doce partidos amistosos por temporada, enfrentándose a equipos de la G-League, conjuntos internacionales y selecciones nacionales. Además, según informa Marc Stein, se baraja incluso la posibilidad de crear una división propia de la Liga de Desarrollo con varios equipos.
Al margen del salario y el acercamiento evidente al baloncesto NBA, una de las mayores ventajas de formar parte de este programa de formación de la G-League es el trabajo bajo la supervisión y el amparo constante de la Liga, así como la presencia de entrenadores profesionales y veteranos de la NBA. Los jóvenes podrán crecer en un ambiente muy cercano al de la Liga, asimilar las rutinas que tendrán si el día de mañana pasan a jugar con ‘los mayores’ y estarán en una dinámica muy similar a lo que pueden encontrarse cuando den ese paso. Una serie de alicientes de lo más llamativo para plantar cara a la opción del one-and-done, que implica ir un solo año a la NCAA antes de presentarse al draft para cumplir con los requisitos de edad mínima de la Liga. Dicho de otro modo, una alternativa aparentemente viable y con el factor económico dándole mucho peso.
Respaldo absoluto de la NBA a la G-League
«Se trata de preparar a estos jugadores para la NBA». Estas palabras del comisionado Adam Silver son un claro respaldo al programa. La Liga se encargará de supervisar la evolución de los jugadores y asegurarse de que el baloncesto irá de la mano con un componente educativo y la formación necesaria para enfrentarse a los rigores de la vida de un profesional de la canasta en Estados Unidos. «Ayudará a los jugadores a empezar a prepararse para la NBA y su estilo de juego, lo que marca la diferencia», añadió el presidente de la G-League, Shareef Abdur-Rahim.
La NBA tiene claro que este sistema será de gran ayuda para jugadores con aspiraciones de salir elegidos en puestos altos del draft y les facilitará su transición al baloncesto profesional. «Si eres un jugador de instituto que está en los puestos altos de los rankings, un jugador que participe en el McDonald’s All-American, hay muchas posibilidades de que salgas elegido en puestos altos del draft. Por eso creo que éste es un gran paso para la G-League y la NBA», comenta Silver.
Esto lleva a que hayan saltado las alarmas en la NCAA. De repente, los mejores jugadores del país tienen una alternativa al sistema existente y además con una serie de ventajas que el baloncesto universitario no ofrece. «Han encontrado la forma de darnos más oportunidades para ver entrenar a estos jugadores. Es como un entrenamiento privado pagado. Si el jugador no tiene éxito, al menos ha ganado un dinero», declaró al New York Post un entrenador universitario de forma anónima.
Bajo la tutela de Sam Mitchell
Sam Mitchell será el encargado de entrenar al Select Team que saldrá del programa de desarrollo de la G-League. De hecho, la presencia del técnico fue uno de los factores que llevaron a Jalen Green a decantarse por el proyecto, pues ya estuvo a sus órdenes en las ligas AAU del baloncesto adolescente y se encargó de reclutarle para la Universidad de Memphis, a la que finalmente ha dejado en la estacada, sobre todo a raíz de la marcha del propio Mitchell el año pasado.
El técnico cuenta con una dilatada carrera en la NBA y conoce perfectamente los entresijos de la Liga, por lo que será una pieza fundamental en la transición de los jugadores al profesionalismo. Sam Mitchell jugó 13 años en la competición norteamericana y posteriormente comenzó en los banquillos como entrenador asistente en los Milwaukee Bucks en 2002. Dos años después, en 2004, consiguió su primer trabajo como head coach en los Toronto Raptors. En la temporada 2006-07 llevó a la franquicia canadiense a conseguir un récord de 47-35 y se le premió con el galardón de Entrenador del Año. En 2009 salió de los Raptors y pasó por los New Jersey Nets y los Minnesota Timberwolves como asistente y como interino en los Wolves, antes de convertirse en el seleccionador nacional de Islas Vírgenes y posteriormente fichar como asistente en la Universidad de Memphis. Su último paso antes de tomar la pizarra del proyecto de la G-League.