Una vez retirado es hora de hacer balance y Paul Pierce ha sabido hacerlo con sus logros, como el de ganar el anillo de 2008, y también con alguna etapa oscura. El episodio más negativo que se le recuerda, y así lo hace él también, al jugador californiano que acabó siendo leyenda de los Celtics es el del año 2000, en el que casi muere en una discoteca. Fue apuñalado en una sala de fiestas de Boston y sólo el viaje al hospital y una rápida actuación salvaron su vida.
Pierce ha hablado de este capítulo recientemente. En All The Smoke, el programa que presentan Matt Barnes y Stephen Jackson, el ya ex-jugador ha comentado el tormento que pasó los días posteriores a este sorprendente ataque contra su persona:
«Me volví paranoico. Estaba un poco ido, dormía muy poco y me pusieron vigilancia policial en mi casa las 24 horas. A veces iba a por ahí pensando: ‘Hoy voy a matar a alguien’. Es una experiencia vital que te cambia»
Una noche de la pretemporada del 2000, empezando a preparar una nueva campaña en unos Celtics en los que ya se había ganado un buen sitio, salió de marcha con Tony Battie, compañero, y su hermano Derrick. Fueron al Buzz Club y se acercó a hablar con un par de chicas, cobrando por ello un peaje insólito: once puñaladas de un tal William Ragland, el principal de los tres que le asaltó y que fue sentenciado a una pena de 7 a 10 años de prisión. Se lo llevaron rápidamente al New England Medical Center y a Pierce de lo poco que le preocupaba era si le habían dado en el brazo con el que lanzaba a canasta. Se recuperó bien y su historia en los Celtics le colocó en el Olimpo ocho años después con un título, siendo el líder durante más de una década del equipo más laureado de la NBA y ganándose que su número 34 sea retirado, además de entrar en el Hall Of Fame.