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[Historias de 2022] «Todos somos Alberto Díaz». Por Piti Hurtado

[Historias de 2022] «Todos somos Alberto Díaz». Por Piti Hurtado

No botamos muy bien, no tiramos muy bien, no somos muy altos, no saltamos mucho, pero nos gustaría pensar que en base a concentración, trabajo e intensidad lo podemos todo. Pues tampoco…

Pero conectamos con Alberto porque él Sí.

Alberto Díaz siempre es el héroe improbable, en el que a priori no cree nadie. Ahora todos defienden su figura pero entonces siempre le fichan jugadores por delante, lo cual nunca le tumbó. Sobre el papel, no es suficiente. El papel todo lo guanta en la conversación, pero el malagueño está construido de hechos. De presencia, de solidez, de personalidad.

Sus pasos cortos anticipando los movimientos de Shane Larkin para sacarle el balón en la última posesión, esos pasos cortos para meterse en la cabeza de Dennis Schröder, los desplazamientos defensivos en la penetración de Grigonis para sacarle del partido, a él y a Lituania.

Alberto Díaz ha transmitido a su equipo una vocación defensiva, una ambición de trayectoria. El base malagueño ha pasado en este Eurobasket un montón de bloqueos por arriba, por donde no se quiere ir porque el contacto es más probable. Pero esto es una declaración de querencia. Y a puesto en fila india a una Selección Española que hace 10 días era sospechosa de no defender muy bien, jugador por jugador (con las excepciones de Rudy y de Garuba).

Los quintetos con Alberto+Rudy+Usman todo cambiaba, como un departamento de asuntos internos que aparecía cuando tenían que arreglar desaguisados de los compañeros, parciales negativos y remontadas casi imposibles. Rudy y Garuba son Alpha y Omega de la tradición ganadora, no saben otro camino y Alberto Díaz es el MVP del último título que levantó su Unicaja, la Eurocup del 17. Otra mención inaudita antes de empezar si quiera aquella temporada.

La maldición del hijo mediano, al que nadie atiende. Pero un hermano mayor capitán del 2º equipo de Unicaja, Ernesto con el Clínicas Rincón le marco un ejemplo de responsabilidad a su llegada al semiprofesionalismo. Unos padres preocupados con sus estudios universitarios cuando llegaron los cantos de sirena del primer equipo. Antes acabar su carrera que rellenar entrenamientos y banquillos. Varios Másteres después, ese chico pecoso es campeón de Europa con una de las narrativas más bonitas del torneo.

Scariolo cortó a Alberto Díaz al principio de la concentración, sus problemas físicos no le ayudaron. Y cuando Llull levantó la mano de dolor, Scariolo creyó que la dureza mental de Alberto sería la que mejor asimilaría el desafecto primero con el cariño posterior. No se haría líos emocionales. Rendiría lo que se le pidiera. Lo que no sabía es que quién le iba a pedir no era el cuerpo técnico, que también. Sino la misma competición.

Una adolescencia forjada por el dolor agudo de un tendón rotuliano, una tentación de abandonar por no poder seguir. Un entorno bien elegido: la Escuela de Los Guidos, Don Bernardo Rodríguez, un maestro educando a un maestro futuro, el Unicaja y su cantera llevándole a Campeonatos de España y convocatorias con las inferiores de la Española. Y al final de camino, Raül López, el último mentor. Un ¿entrenador? que se mete en la cabeza de sus pupilos para pulsar botones que ellos no saben que tienen y conseguir desbloquear rendimientos mentales.

Alberto Díaz ha perseguido rivales, ha anotado el 40% de sus triples, ha sumado parciales positivos todo el rato, no ha perdido balones que serían lógicos con su nula experiencia en el máximo nivel europeo, no se ha puesto nervioso pasara lo que pasara. Y ha vuelto a anotar menos de 6 puntos por partido, aunque no lo parezca. Discreción demoledora.

Los pasos cortos pero ambiciosos para matar caminos de progresión al que tenía enfrente, los brazos preparados en ese gesto gratuito de tenerlos levantados y cercenar posibles pases, la vista limpia centrada en el presente.

Alberto Díaz es ahora. Si pensamos en él en clave de futuro le ficharemos un base americano por delante. Él ya se encarga de demostrarnos que nos equivocamos. No con palabras, sino con su presencia y rendimiento. Ha sido así desde que llegó. Campeón del Eurobasket, el más quimérico de nuestra historia y el malagueño fue parte importante de esa convicción química que vimos a partir de octavos de final.

 

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