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5 historias destacables que ha dejado el inicio de temporada en la NBA, por Andrés Monje

5 historias destacables que ha dejado el inicio de temporada en la NBA, por Andrés Monje

Una semana de competición en la NBA deja tiempo para fijarse y reseñar algunos detalles en los que conviene detenerse. Estas son cinco historias significativas que ha dejado el estreno de las franquicias en esta nueva temporada:

El equipo ‘League Pass’

Las muestras estadísticas son aún pequeñas pero el ojo ya está convencido: los Hornets son uno de los equipos más divertidos de ver en la NBA. Si tienes el League Pass, ponte a verlos. Son tremendamente dinámicos, versátiles, de ritmo altísimo, están bien organizados pero existe también espacio para la libertad creativa en su plan, tienen diferentes distribuidores de balón de gran talento y para colmo Miles Bridges está saliendo definitivamente del cascarón.

Bridges ha empezado la temporada no solo confirmando las buenas sensaciones que dejó al triple durante la anterior, sino siendo aún más agresivo en ataque. Rodeado de excelentes pasadores como LaMelo Ball y Gordon Hayward, más el buen impacto que está teniendo el veterano Mason Plumlee como contrapunto en el trabajo oscuro (excelente bloqueando, de buena lectura de juego y fiable al rebote), Charlotte incluso está llevando bien la ausencia de Terry Rozier y PJ Washington, ambos con problemas físicos, en varios de estos primeros encuentros.

Foto: Getty

Hayward sano es simplemente esencial por el equilibrio ofensivo que aporta, siendo capaz de ejecutar a la perfección cualquier tipo de rol con/sin balón y facilitando, en definitiva, la coexistencia con un Ball hipnótico. El banquillo está  respondiendo y el equipo disfrutando, con un ataque productivo, solidario y realmente entretenido. Para el neutral, los Hornets están siendo un soplo de aire fresco y un equipo que hace disfrutar.

El ‘Big Ball’ de los Cavs

Ricky Rubio ha empezado con gran pie su aventura en los Cavs, no solo brillando deportivamente sino ejerciendo como mentor de un equipo realmente joven. JB Bickerstaff, técnico de Cleveland, ya dejó clara la influencia del español en el interesante arranque de temporada en los Cavs.

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Sin embargo, más allá del español y la gran cantidad de talento por desarrollar que exhibe la plantilla, lo más destacado del inicio de curso en la franquicia ha sido la apuesta por el ‘Big Ball’ en sus quintetos. En plena era del ‘small-ball’, con los equipos lanzados al uso de formatos de solo un interior e incluso ninguno de ellos, con aleros ejerciendo como ‘falsos cincos’, los Cavs están apostando por juntar muchos tramos de partido a Lauri Markkanen, Evan Mobley y Jarrett Allen, tres tipos que alcanzan o superan los 2.08 de altura. Y con dos de ellos (Mobley y Allen) sin hacer uso del tiro de tres.

La experiencia, a todas luces contracultural, está siendo muy interesante. Markkanen tiene algunos problemas para contener a aleros explosivos pero la versatilidad atrás de Mobley y Allen ayuda a tapar grietas. Los dos quintetos más usados de los Cavs hasta el momento tienen a los tres en cancha y en ambos los resultados han sido muy positivos, con la defensa rindiendo a gran nivel (por debajo de 90 puntos recibidos por 100 posesiones, pese a la baja muestra). El funcionamiento de esos quintetos supone un foco a seguir.

Miami avisa

Miami ha vencido a Bucks y Nets durante su primera semana de competición. Y ninguno de ellos fue capaz de meterle más de 95 puntos. El potencial atrás del bloque de Spoelstra es aterrador, pudiendo juntar a Kyle Lowry, Jimmy Butler, PJ Tucker y Bam Adebayo en cancha y, como consecuencia, creando una telaraña de cambios defensivos, ajustes y ayudas muy difícil de superar.

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La temporada acaba de comenzar y existen diferentes escenarios por calibrar, así como una segunda unidad más corta y por descifrar, pero el mensaje está enviado: cualquier equipo que pueda ver a los Heat en las eliminatorias va a tener que armarse de paciencia y de medicamentos para el dolor de cabeza. Es un equipo concebido para destruir secuencias simples como el pick&roll (con especialistas sobre el manejador y la continuación), nublar todo movimiento sin balón, extraordinariamente versátil y con el hambre de demostrar que tienen un trabajo por terminar y no se les considera en el primer escalón para lograrlo.

La coexistencia ofensiva entre Lowry y Butler, dos grandes amigos pero que en pista aún deben conocer mejor sus espacios de brillo, debe dar una descarga ofensiva al equipo. Pero su candidatura, más real de lo que pueda parecer, parte del dominio atrás. Y en solo una semana ya se han encargado de hacerlo ver.

Los Lakers necesitan comprar tiempo

No es causa única, por supuesto, pero existe relación entre que los Lakers solo hayan tenido a tres jugadores de vuelta (James, Davis y Horton-Tucker) con respecto a la plantilla de la temporada pasada y que hayan sufrido dos hitos sin precedentes en esta primera semana de competición. Por primera vez en su historia, iniciaron una campaña 0-2 perdiendo ambos duelos en su cancha. Y por primera vez en los últimos 25 años desperdiciaron una ventaja de al menos 25 puntos en un partido (llegaron a mandar por 26 en Oklahoma), habiendo ganado los 230 encuentros anteriores en los que tomaron esa renta.

La relación entre esos dos hechos y la falta de unidad del equipo es evidente: no existen rutinas, automatismos ni cohesión. Elementos básicos, en el fondo, para jugar a un deporte de cinco piezas interrelacionadas permanentemente. Los Lakers son, a día de hoy, un conjunto de cromos sugerentes con todo por ajustar. Las dos últimas ausencias de James, el jugador que más y mejor agrupa roles a su alrededor, ha agrandado un problema visible y sin solución a corto plazo.

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Los Lakers necesitan tiempo. Pararían, si pudieran, el reloj para poder trabajar y ser un equipo cuando volvieran a pulsar el ‘play’. Su defensa, el rasgo del juego que más difícil resulta de camuflar cuando no existe tono colectivo, tocó fondo en Oklahoma. Y el trabajo por delante es masivo para Vogel. La unión entre James, Davis y Westbrook ha tenido el (pobre) arranque esperado, con Westbrook afrontando un rol totalmente nuevo en su carrera. Y el técnico debe definir el equilibrio entre una rotación interior claramente mejor con Davis como único activo en pista y la carga física que eso puede provocar para el propio Davis durante la fase regular. Los partidos van pasando y los Lakers están, ahora mismo, en modo supervivencia. Al menos hasta que comiencen a ser un bloque de verdad.

La vida con Curry

Por fortuna no hay pocos candidatos, pero Stephen Curry es el mayor show que ofrece el baloncesto a día de hoy. Cuando coge ritmo, no existe experiencia igual que ver al jugar de los Warriors sembrar el pánico defensivo en el rival nada más cruzar media cancha o cuando esprinta sin balón, cambiando de dirección y esquivando cuerpos, para buscar el momento oportuno para recibir.

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Curry va a producir por sí mismo y dejará incluso alguna cota alucinante como la de su duelo ante los Clippers (25 puntos sin fallo en el primer cuarto y esa sensación de que en su trance no puede fallar, da igual el tiro que asuma), pero su mayor diferencial sigue residiendo en el monstruoso e incomparable número de ventajas que produce al resto su simple presencia en pista. Curry multiplica el tiempo y el espacio disponible para los demás, para pensar qué hacer y ejecutarlo después. Es el mejor ahí. Y por tanto si su compañía mejora, el rendimiento colectivo se dispara por la inercia que él genera.

Los Warriors, que han reformulado su rotación con las llegadas de Porter Jr, Bjelica y el regreso de Iguodala, han empezado a buen nivel. El curso pasado fueron un excelente equipo defensivo y a poco que la turbina vuelva a activarse en ataque en los tramos sin Curry en pista, el equipo va a estar arriba en el Oeste. Este último detalle, el rendimiento en los minutos de descanso de Curry, es crucial. Kerr necesita que su equipo no se hunda en los descansos del genio. Y de momento lo está logrando (solo -2 de parcial en los 51 minutos sin él).

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